Quienes caminan hoy por la plaza de San Juan pueden no saber que pisan uno de los lugares con más historia de Valladolid. A pocos metros del ruido del centro de la ciudad, el barrio de San Juan ha sido testigo silencioso del paso de los años. Del temple medieval al trabajo obrero, de la cerveza artesanal al activismo vecinal.
Un barrio que, aunque no suele ocupar titulares, forma parte esencial del tejido urbano y social de la ciudad. Y que hoy, gracias al empuje de sus vecinas y vecinos, vive un proceso de recuperación patrimonial y comunitaria que merece ser contado.
Una plaza con siglos de historia
El corazón del barrio es su plaza. Allí se alzó, hace ya más de 800 años, un convento de la Orden del Temple, cuyos monjes caballeros dejaron huella en el urbanismo del entorno. Tras la desaparición de la orden, el lugar fue transformándose con los siglos, hasta consolidarse como núcleo del barrio.
La parroquia de San Juan Bautista, que muchos asocian con su fachada actual, es en realidad el resultado de una reforma de los años 30 del siglo pasado. Una mezcla de estilos, de capas de tiempo, como el propio barrio.


Imágenes de la plaza y parroquia de San Juan. Elaboración propia
El alma obrera del barrio
A partir del siglo XIX, San Juan se convirtió en zona de fábricas. Las cerveceras Cruz Blanca y Santa Lucía, y la famosa fábrica de “La Cerámica” de Eloy Silió dinamizaron la economía local, atrayendo mano de obra y facilitando la creación de nuevas viviendas. Aún hoy, la chimenea industrial de la fábrica cerámica recuerda aquel pasado que muchos vecinos y vecinas aún recuerdan.


Comparación fábrica de Eloy Silió antes y después
Además, la cercanía con el río Esgueva permitió el desarrollo de huertas que abastecían al centro de la ciudad. Ese carácter trabajador, discreto y solidario sigue muy presente en la cultura de este barrio.
Figuras que dejaron huella
Entre los personajes ilustres del barrio destaca el de Vicente Escudero, reconocido bailarín y coreógrafo nacido en San Juan en 1888. Figura clave en la renovación del flamenco en el siglo XX,y una de las grandes figuras artísticas de la ciudad. Su legado es hoy reivindicado y recordado por la asociación vecinal que lleva su nombre, motor de muchas de las iniciativas culturales y sociales del barrio.

Imagen de Vicente Escudero. Cedida por la asociación
Otros nombres han contribuido también a la historia viva de San Juan, como Nicasio Pérez o el doctor Montero. El primero fue un antiguo alcalde de barrio que contribuyó enormemente a construir comunidad con la creación de un teatro benéfico y de varias escuelas entre muchas labores. Además, fue una persona importante durante la epidemia de cólera de1885 ayudando a los vecinos del barrio.
Por su parte el doctor Navarro, fue un pionero en el tratamiento de enfermedades infantiles. Reconocido en el barrio por su bondad al tratar a muchas personas desfavorecidas de manera gratuita. El doctor Navarro fue también un gran aficionado a la fotografía, y a la papiroflexia.
Patrimonio rescatado
Recientemente, una intervención vecinal impulsada por la asociación vecinal Bailarín Vicente Escudero logró recuperar una arquería barroca del siglo XVII, hallada en una finca privada. Estas piezas arquitectónicas, pertenecientes a un antiguo convento desaparecido, serán restauradas e instaladas próximamente en la plaza de San Juan, en un acto simbólico que une memoria y presente.
«Fue un trabajo colectivo. Queríamos que este patrimonio no se perdiera y que formara parte de la vida del barrio, no encerrado en un almacén», explica Jesús Valverde, presidente de la asociación.
Un barrio con voz propia
Pese a su riqueza histórica y humana, San Juan arrastra problemas estructurales. La población está muy envejecida y muchas viviendas carecen de accesibilidad. Desde las distintas asociaciones presentes en el barrio han manifestado en muchas ocasiones esta problemática reclamando al Ayuntamiento ayudas que puedan paliar esta tendencia. A esto se suma también cierta desatención urbanística
«Aquí hay mucha historia, pero también mucha soledad», nos resume Rafa, miembro de la junta de la asociación y vecino toda la vida en el barrio
En San Juan se dan la mano las luchas vecinales del siglo XX con las nuevas demandas del siglo XXI: Su ubicación cercana a centro y a las distintas facultades de la universidad le otorgan un enorme potencial como barrio habitable. Y eso es lo que piden sus habitantes; ser escuchados, formar parte de la planificación urbana, y que su historia no se diluya.
San Juan no necesita grandes inversiones ni titulares. Lo que necesita, y merece, es atención, respeto y continuidad. Porque si Valladolid quiere crecer de forma justa y sostenible, no puede dejar atrás a barrios como este.