La comunidad es el pilar fundamental. Y aunque las formas cambian con el tiempo, lo que se mantiene es el deseo de construir una red humana sólida.
La parroquia de Nuestra Señora de la Victoria es un edificio emblemático del barrio de La Victoria. Aunque el actual templo fue inaugurado en 1967, sus raíces se remontan al siglo XVI, cuando la Orden de los Mínimos de San Francisco de Paula fundaron un convento y una capilla que, con los siglos, darían lugar a la parroquia. La portada de piedra, construida en 1730, es el único resto visible del edificio antiguo y la fachada más antigua de todo el barrio.

Desde hace seis años, el padre Javier, vallisoletano de nacimiento, ejerce como sacerdote en esta parroquia. Antes de su llegada, apenas conocía el barrio, pero hoy se ha convertido en parte activa de él.
En esta entrevista comparte la historia, el presente y los retos de la parroquia, así como su estrecha vinculación con los vecinos y la asociación vecinal.
¿Cuál es el origen de la parroquia?
Lo más reseñable que tiene esta parroquia es que se trasladó de una plaza a otra calle y la fachada es lo único que se ha conservado, siendo así la fachada más antigua del barrio.
En 1861 se erigió como parroquia independiente y, tras el derribo del templo antiguo en 1964, se construyó el edificio actual, inaugurado en 1967. Esa portada barroca, construida en el primer tercio del siglo XVIII y trasladada piedra a piedra al nuevo templo, es una memoria viva de siglos de historia religiosa en La Victoria.

¿Qué papel tiene la parroquia en la vida del barrio?
El papel de la iglesia en el barrio sí que ha sido importante, hay muchas actividades, como, por ejemplo, el centro de amas de casa nació en esta parroquia, siempre ha tenido una relevancia muy importante para la gente que vivía aquí.
¿Colaboran en actividades comunitarias o sociales?
Si, por ejemplo, Cáritas tiene varias facetas, una de ellas es la de acogida, el apoyo escolar a niños que tienen dificultades económicas o de estudios, apoyo para encontrar trabajo y envejeciendo juntos. Y, también tenemos dos pisos tutelados.
Hay personas mayores que prefieren venir aquí antes que a un centro de día porque es más cercano y se sienten más acogidas, eso es Cáritas.
¿Qué tipo de relación mantiene la parroquia con los vecinos y la asociación de vecinos?
La relación con los vecinos siempre ha sido buena. Además, hay un vínculo bastante estrecho con la asociación. Hay gente de la parroquia que está muy metida en la asociación de vecinos, y, además, hay un representante de la parroquia en la asociación.
En eventos importantes, como las fiestas del barrio colaboramos juntos, por ejemplo, se hace una misa en la que participan. También se fomentan actividades que ellos realizan, poniendo carteles y haciendo conocedores a la gente que viene a por apoyo escolar o apoyo para encontrar trabajo.
¿Sientes que hay un verdadero sentimiento de comunidad en la parroquia?
Sí que hay sentimiento de comunidad, es una población envejecida pero es una parroquia muy acogedora y cualquier cosa que pidas la gente te ayuda.
Ese espíritu del barrio, que quizás se ha perdido en otros, aquí sigue muy presente. Aunque muchas personas son mayores, conservan la voluntad de cuidar unos de otros y de participar en la vida parroquial.
¿Qué valores crees que comparten la parroquia y la asociación vecinal?
Todo lo que sea fomentar el espíritu comunitario. Ambas instituciones luchan por una realidad común, a ellos también les cuesta atraer a una tasa de edad y les falta el relevo de gente joven, pero hay un objetivo compartido: Tanto la asociación como la parroquia fomentan el trabajo comunitario.
La comunidad es el eje. Aunque las formas y las actividades cambien con el tiempo, lo que se mantiene es el deseo de construir una red humana sólida, que acoja y acompañe.
¿Cómo cree que puede seguir fortaleciendo el vínculo entre la parroquia y el vecindario?
Para fortalecer el vínculo con los vecinos hay que estar a la disposición de las personas, tanto en la acogida como teniendo la función religiosa de transmitir la palabra de Jesús y el evangelio, además de funcionar como un faro para las personas. Ese faro no es solo espiritual, sino también humano. Un lugar donde quien llega se siente escuchado, comprendido y acompañado.

La parroquia de Nuestra Señora de la Victoria no es solo una fachada histórica; es un punto de encuentro que supera lo terrenal para convertirse en un hogar, refugio y punto de encuentro para los vecinos. Esta parroquia sigue siendo un lugar donde cada gesto contribuye para crear una buena red comunitaria.